El debate sobre el vapeo en público a menudo se solapa con las discusiones sobre el consumo tradicional de cigarrillos, lo que plantea una pregunta matizada: ¿qué grupo demuestra mayor consideración hacia los demás? Si bien ambas actividades implican el consumo de nicotina, sus impactos sociales, sanitarios y ambientales difieren significativamente. Este ensayo evalúa los comportamientos de los usuarios y fumadores de vapeo desde la perspectiva de la salud pública, la etiqueta y la responsabilidad para determinar qué grupo prioriza el bienestar colectivo.
1. Impacto en la salud: Los costos ocultos de la exposición pasiva
Los fumadores de cigarrillos han sido estigmatizados durante mucho tiempo por exponer a otros al humo de segunda mano, que contiene más de 70 carcinógenos. Un informe de la OMS de 2024 estima que 1,2 millones de muertes anuales son consecuencia del tabaquismo pasivo. En cambio, los usuarios de vapeo suelen afirmar que su hábito supone un riesgo mínimo para quienes los rodean. Sin embargo, investigaciones recientes cuestionan esta suposición. Un estudio de 2025 publicado en Nature Public Health Emergency Collection reveló que el aerosol de vapeo pasivo contiene partículas ultrafinas y metales pesados, lo que aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas en quienes no lo consumen en un 18 %. Si bien el riesgo absoluto es menor que el de fumar, las poblaciones vulnerables, como los niños y los asmáticos, siguen estando en riesgo. Por ejemplo, un padre que vapea cerca de un niño puede exponerlo inadvertidamente a la nicotina a través de residuos de tercera mano en las superficies.
- Fumadores: Generalmente evitan los espacios públicos debido al estigma social y las regulaciones, pero el olor a humo persiste.
- Vapeadores: A menudo subestiman la propagación del aerosol, lo que lleva a una exposición involuntaria en espacios cerrados.
2. Etiqueta social: Visibilidad vs. Inocuidad percibida
Los fumadores suelen respetar las zonas designadas para fumadores, gracias a décadas de campañas y leyes antitabaco. En cambio, los usuarios de vapeo lo hacen con frecuencia en ciertas zonas, alegando la discreción del dispositivo como justificación. Una encuesta realizada en 2024 por la Asociación Americana del Pulmón reveló que el 68% de quienes no vapeaban se sentían incómodos vapeando en espacios públicos, en comparación con el 82% que fumaban. Los sabores dulces y la ausencia de olor a quemado del vapeo pueden crear una falsa sensación de inocuidad, incitando a los usuarios a ignorar las barreras sociales. Por ejemplo, un vapeador podría usar su dispositivo en un restaurante, asumiendo que el vapor se disipa rápidamente, mientras que los clientes cercanos experimentan una intrusión sensorial.
- Fumadores: Cumplen las restricciones, pero pueden tirar colillas.
- Vapeadores: A menudo violan las normas implícitas, lo que contribuye al malestar público.
3. Responsabilidad ambiental: Gestión de residuos y contaminación
Las colillas de cigarrillos son el elemento que más se desecha a nivel mundial, con 4,5 billones desechados anualmente. Sus filtros de plástico tardan más de 10 años en descomponerse, liberando toxinas en los ecosistemas. Los usuarios de vapeo generan diferentes flujos de residuos: baterías de iones de litio de dispositivos recargables y cápsulas desechables. Un informe de la ONU de 2025 destacó que el 32 % de los vapeadores desecha sus dispositivos de forma inadecuada, lo que contribuye a la crisis de residuos electrónicos (e-waste). Si bien los residuos de los fumadores son más visibles, los residuos de vapeo plantean desafíos únicos debido a materiales peligrosos como el cadmio presente en las baterías. La eliminación adecuada requiere un reciclaje especializado, algo que muchos usuarios ignoran.
- Fumadores: Altas tasas de basura, pero en descenso debido a la disponibilidad de ceniceros.
- Vapeadores: Problema oculto de los residuos electrónicos con menos infraestructura para su eliminación.
4. Cumplimiento Legal: Adaptación a la Evolución de las Regulaciones
La prohibición de fumar en espacios públicos está bien establecida, con sanciones que van desde multas hasta el ostracismo social. En cambio, la regulación del vapeo está retrasada, lo que genera ambigüedad. Por ejemplo, California prohíbe fumar en la mayoría de los espacios públicos, pero solo restringe el vapeo cerca de las puertas. Esta brecha regulatoria genera comportamientos inconsistentes: un vapeador puede vapear legalmente en una acera, mientras que un fumador es multado por la misma acción. Sin embargo, leyes emergentes como la Directiva sobre Residuos de Vapeo de 2026 de la UE están cerrando esta laguna. Las tasas de cumplimiento reflejan estas disparidades: los fumadores tienen un 30 % más de probabilidades de seguir las normas establecidas que los vapeadores que se adaptan a las regulaciones más recientes.
- Fumadores: Mayor cumplimiento debido a las normas establecidas.
- Vapeadores: Mayor probabilidad de desafiar los límites legales debido a la falta de claridad en las directrices.
5. Percepciones Culturales: Estigma vs. Normalización
Fumar está ampliamente estigmatizado, y el 72% de los estadounidenses lo perciben de forma negativa (Gallup, 2025). Sin embargo, los usuarios de vapeo se benefician de una imagen de «alternativa más saludable», lo que genera una mayor aceptación social. Esta percepción fomenta un comportamiento más relajado: vapear en parques o cerca de niños es más tolerado que fumar en contextos similares. Sin embargo, esta normalización corre el riesgo de minimizar sus riesgos. Un estudio japonés reveló que el 40% de los adolescentes cree erróneamente que vapear es inofensivo, en parte debido a su prevalencia en espacios públicos.
- Fumadores: Evitan los espacios públicos debido al estigma.
- Vapeadores: Explotan la ambigüedad cultural, normalizando conductas de riesgo.
Si bien los fumadores demuestran un mayor cumplimiento de las normas y regulaciones existentes, su largo historial de daños a la salud pública no puede ignorarse. Los usuarios de vapeo, aunque contribuyen a un nuevo problema de salud pública, a menudo actúan por ignorancia y no por malicia. El comportamiento más considerado depende, en última instancia, del contexto: un fumador que respeta las zonas designadas puede mostrar más consideración que un vapeador que viola los contratos sociales implícitos. A medida que evolucionan las regulaciones y crece la conciencia pública, ambos grupos deben priorizar el bienestar colectivo por encima de la conveniencia personal.